Nuestra Constitución, promulgada tras un largo periodo sin ninguna, debido al paréntesis de la dictadura, fue el fruto de muchas conversaciones entre partidos políticos de múltiples ideologías, de izquierda y derecha, nacionalistas y centralistas, republicanos y monárquicos, que abandonando parte de sus legítimas ideas llegaron a punto de consenso.
Sin embargo esta Constitución no ha sido la única que ha tenido España. La última guerra civil (1936-1939) acabó con una constitución anterior promulgada en 1931, pero desde bastante antes España ya tenía mucha experiencia constitucional.
La primera constitución española se promulgó en Cádiz, en 1812, sólo 25 años después de la Constitución de los Estados Unidos, la primera de las modernas. La Constitución de 1812 acabó con el absolutismo y se declararon los derechos del hombre. En Cádiz, se dictaminó que la soberanía recaía en el pueblo español, se estableció la división de poderes y se declararon derechos y garantías ciudadanas. España dejó el Antiguo Régimen y el absolutismo dio paso al liberalismo.
Tras esta Constitución de 1812, hubo otras muchas, algunas progresistas (que recortaban el poder del rey) y otras conservadoras; en una ocasión republicana, pero siempre declarando la capacidad humana de decidir el futuro y estableciendo la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) como el sistema más justo de gestionar la nación.
La Constitución de 1978 ha sido el marco bajo el que se ha llevado a cabo la época más próspera de la historia reciente. Felicitémonos por ser ciudadanos de esta España constitucional.
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